Esta es la historia de Diego y Marcela, una de las familias que conviven con los hipopótamos en los terrenos de la antigua Hacienda Nápoles. A través del sabor y el aroma del chocolate quieren contar una historia diferente de un territorio que estuvo asociado al narcotráfico y la violencia.
Hace cinco años, Diego y Marcela cambiaron radicalmente su vida. Después de vivir cómodamente en la zona urbana del municipio de Puerto Triunfo (Antioquia, Colombia), decidieron mudarse la finca de los padres de Diego para ayudarlos con los cultivos de cacao. Su padre se encuentra enfermo y no podía seguir al frente de las labores de la finca. Por esto, tomaron la decisión de salir de la zona de confort de la vida urbana y enfrentar juntos el reto de sacar adelante la finca familiar.
Fue así como Diego y Marcela llegaron a las parcelas Nápoles, ubicada en el municipio de Puerto Triunfo en la cuenca del Rio Magdalena. Su primer reto fue afrontar las consecuencias del hongo Monilla, una grave enfermedad que afecta los cultivos e impide su comercialización. Como consecuencia, la familia perdió el 90% de su capital y tuvo que invertir mucho esfuerzo y dinero en la recuperación de las plantas de cacao. Con el tiempo, aprendieron a controlar el hongo y después de algunos meses pudieron restablecer los cultivos y cosechar los primeros frutos. Desde el 2018 comenzaron a procesar el cacao para convertirlo en chocolate de mesa. Actualmente, transforman y empacan 50 kilogramos de chocolate al mes. En este proceso han contado con el apoyo de instituciones del gobierno y empresas colombianas como Ecopetrol y Grupo Argos.
Recuperar los cultivos de la enfermedad no fue el único desafío al cual Diego y Marcela se enfrentaron a su llegada a la finca. A mudarse a Nápoles tuvieron que aprender a convivir con los hipopótamos, animales inusuales en los paisajes Colombianos pero que viven de manera salvaje en esta vereda.
La presencia inusual de hipopótamos en Colombia se relaciona con la historia del narcotráfico y el conflicto armado. Hace cuarenta años, cuatro hipopótamos fueron importados ilegalmente por Pablo Escobar, como parte de su proyecto de construir un zoológico de puertas abiertas en su enorme finca Hacienda Nápoles, ubicada donde hoy viven Diego y Marcela. Entre muchos otros lujos y excentricidades, la Hacienda Nápoles de Escobar albergaba 1.200 animales exóticos. La antigua hacienda incluía unos lagos artificiales donde vivían los animales acuáticos. Después de la muerte de Escobar en 1993, la Hacienda Nápoles fue abandonada. La mayoría de los animales murieron por falta de cuidados, y otros fueron trasladados a zoológicos. Sólo quedaron los hipopótamos, los cuales sobrevivieron resguardándose en los lagos.
En el año 2000, el gobierno Colombiano tomó el control de esta propiedad después de un largo proceso legal. Cuatro años después, la Dirección Nacional de Estupefacientes, entidad encargada de administrar los bienes incautados a narcotraficantes, fraccionó las tres mil hectáreas que conformaban esta propiedad, entregándole una parte del terreno a la institución colombiana encargada de las prisiones en país para la construcción de una cárcel de mediana seguridad. En el 2005 entregó otra parte al municipio de Puerto Triunfo, el cual conservó la propiedad de estas tierras, pero distribuyó los derechos de uso de los terrenos. Así, una parte del inmueble fue otorgado a familias desplazadas por la violencia y las condiciones climáticas. La parte restante se destinó a una empresa para la construcción de un gran parque de atracciones, el cual inició operaciones en el 2007.
En poco tiempo, esta empresa estableció un nuevo panorama en el área con la intención de eliminar los residuos del pasado de Pablo Escobar y del narcotráfico: la pista de aterrizaje se transformó en un parque acuático, el garaje donde se guardaba la colección de autos de Escobar se convirtió en un museo que pretende honrar a las víctimas del narcotráfico y la mansión de Escobar se convirtió en una atracción que cuenta la historia de Vanesa, una pequeña hipopótamo que se ha convertido en un icono del parque. La empresa también importó animales africanos para crear un nuevo zoológico. Así, los lagos construidos por Escobar para sus animales se dividieron entre el parque de atracciones y las tierras entregadas a los agricultores. Durante los años siguientes, los hipopótamos continuaron reproduciéndose y transitando entre estos lagos sin prestar atención a las nuevas fronteras establecidas con la nueva distribución de la Hacienda Nápoles. Hasta la fecha, los científicos han contado 169 hipopótamos distribuidos en la parte media de la cuenca, de los cuales aproximadamente 100 habitan los terrenos que antes fueron parte de la Hacienda Nápoles.
Parque de atracciones Hacienda Nápoles, Puerto Triunfo (Colombia)
Vanessa, hipopotamo que vive en cautiverio en el parque de atracciones Hacienda Nápoles
Los padres de Diego fueron parte de esas familias que recibieron las tierras de la antigua Hacienda Nápoles en 2004. Antes de esto, ellos vivían en una isla del Rio Magdalena donde cultivaban plátano, yuca y maíz. Generalmente, estas islas se inundan en el invierno, lo que hace que los sedimentos del rio fertilicen la tierra y generen condiciones óptimas para los cultivos. Sin embargo, vivir en estas zonas es considerado de alto riesgo, pues las personas y los cultivos son vulnerables a eventos climáticos extremos. Por esta razón, el municipio les ofreció reubicarlos en los predios de la antigua Hacienda Nápoles y les brindó apoyo para empezar a cultivar diferentes productos como cacao y limón.
Actualmente, cerca de 200 familias viven en parte de los terrenos que antes hacían parte de la Hacienda y desarrollan sus proyectos productivos en medio del parque de atracciones y grandes haciendas ganaderas que determinan la dinámica económica, social y ecológica de la región. También comparten el territorio con los de hipopótamos que transitan entre los lagos del parque y la vereda. Las familias que viven en los límites del parque reconocen que llegaron a estas tierras después de los hipopótamos. Han aprendido a convivir con ellos y algunos agradecen su presencia en los lagos, ya que atraen turistas a la zona lo que ayuda a impulsar la economía local. Además, los han incorporado como parte de su identidad y sentido de pertenencia al lugar, un sentido que en muchos casos se propone dejar atrás la historia del narcotráfico y la violencia.
Por esto Diego explica que su intención es contar otra historia sobre Nápoles atreves del delicioso sabor y aroma del chocolate. A través de la marca Chocolates Nápoles, esta familia se propone contar otra historia de Nápoles que no esté asociada al narcotráfico y a la memoria de Pablo Escobar. Se trata de una historia que no desconoce el pasado violento y problemático de la región y que abre posibilidades para pensar otras formas de describir sobre este lugar y las personas que lo habitan. Quieren hacerlo a través del aroma y el sabor del cacao, una planta que para ellos es tan resiliente como los habitantes de Nápoles, pues tanto ellos como el cacao tienen la capacidad de reponerse a situaciones difíciles y volver a florecer en condiciones adversas.
Diego, Marcela y sus hijos en los cultivos de cacao Foto por Diego Marín.
Frutos del cacao en la finca de Diego y Marcela. Foto por Diego Marín
Marcela con un fruto de cacao. Foto por Diego Marín
Chocolates Nápoles es más que el cultivo y transformación del cacao. Diego y Marcela están desarrollando otros proyectos orientados a complementar la economía familiar y cuidar el bosque de la finca. Gracias a sus estudios en el Servicio Nacional de Aprendizaje (SENA), Marcela está aprendiendo a criar gallinas criollas con altos estándares de bienestar animal. Así, la comercialización de los pollos y gallinas les permitirá ingresos adicionales y una mayor estabilidad económica. También han comenzado un proceso recuperación y cuidado del bosque que rodea los cultivos de cacao y la granja de las gallinas, participando en un programa de restauración llamado Masbosques. Apoyados por la autoridad ambiental Cornare, están implementando sistemas agroforestales orientados a recuperar los árboles que rodean los cultivos, por medio de la siembra intercalada de plantas de cacao y arboles maderables que puedan ser aprovechados en el futuro. Así se incrementa la cobertura vegetal de la finca y se protege los cultivos de cacao. Además, esto ha permitido que animales como diferentes especies de micos, tigrillos, zorros y nutrias lleguen nuevamente a las zonas alrededor de la Hacienda Nápoles.
Granja de gallinas en la finca de Diego y Marcela.
Mono aullador en la finca de Diego y Marcela
Chocolate Nápoles y frutos de cacao
Marcela cuenta que cada vez llegan más animales que antes no veía comúnmente en la finca. Entre ellos, una familia de monos aulladores que todos los días se asoman por su ventana y recorren las granjas donde permanecen las gallinas. Sin embargo, estas visitas también representan retos para la convivencia pues a estos monos y a otros animales del bosque les gusta consumir los frutos maduros del cacao y otros árboles frutales. También pueden dañar los huevos de las gallinas. Aunque para algunos esto puede ser motivo de conflicto y persecución, para Marcela y Diego es un reto de vivir en Nápoles más que afrontar. Poco a poco han aprendido a proteger las granjas con cercas para evitar que los monos entren. También son cuidadosos al recoger los frutos de cacao cuando apenas maduran para minimizar las perdidas. Aunque estas precauciones implican más trabajo y esfuerzo, son estrategias que les permite convivir con los animales.
Diego y Marcela tienen muchas ideas para su futuro en Nápoles. Imaginan una finca agroecológica que, además de producir cacao y transformar el chocolate, pueda mostrarle a los turistas como se vive en el campo entre cultivos, bosques y animales. También quieren incrementar los volúmenes de transformación del cacao, lo cual les permitiría comprarles el cacao a sus vecinos y así dinamizar la economía local. Por ahora, están adelantando un proceso de renovación de la marca. Cuando Chocolate Nápoles inició, hace cuatro años, decidieron incluir una imagen de los hipopótamos con el objetivo de representar el lugar donde se produce el cacao. Sin embargo, se dieron cuenta que la figura del hipopótamo en el logo se presta para confusiones, pues no todos los consumidores identifican la asociación entre estos animales y el chocolate que están disfrutando. Por eso, están diseñando un nuevo logo que resalta más la planta del cacao y sus colores. No obstante, el producto seguirá llamándose Chocolates Nápoles para reconocer la historia de la hacienda, pero sobre todo para construir un presente y un futuro diferente para la región.
10 Chocolate Nápoles y frutos de cacao
OTRA HISTORIA PA’ CONTAR…
CON SABOR Y AROMA
(Eslogan de Chocolates Nápoles)
Acerca del autor:
Alejandra es una estudiante de doctorado en el programa de Antropología. Leer más aquí.
Lecturas adicionales:
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Understanding Cervical Cancer in Mozambique: A Research Expedition
Exploring the Unseen Strains – A Deep Dive into Research on Musician Injuries